lunes, 26 de mayo de 2008

PRESENTACIÓN DEL POEMARIO Y DEL CORTOMETRAJE "PLAYAS"



Fue en la Feria del Libro de Santa Cruz de Tenerife. Todo un lujo. La asistencia de un público entendido fue numerosa. La carpa de las presentaciones estaba casi llena. En la mesa, nos encontrábamos Antonio Abdo, como autor del libro, Rafael Fernández Hernández, como presentador, y yo mismo, como director de la Editorial Globo.

Entre el público, pude ver sentados a muchos amigos y gente conocida. Allí estaban la encantadora actriz Pilar Rey, el escultor Fernando Garcia Ramos, Alfonso Morales, el periodista Julián Armas, Noemí Rivera, Alejo Trujillo, la actriz Mercedes González,...



En primer lugar, habló Rafael Fernández Hernández (Catedrático de Filología de la Universidad de La Laguna). He aquí sus palabras:


"En Playas el mar es metáfora de la vida, no de la muerte. Antonio Abdo sigue la tradición del mar de la poesía insular a partir del sentido contemporáneo del paisaje pero aún contaminado con el impulso transformador del hálito romántico.
En cuanto al contenido, se encuentra a medio camino entre la concepción del mar como espacio físico y el mar como interpretación o trasunto de lo que acontece en la intimidad del poeta. Desde el punto de vista de la estructura versal, su poesía busca la fisicidad de la palabra alternada en un conjunto de silencios -blancos- y manchas -las palabras- o simplemente el silabeo de la tinta en el papel.
Playas es el diálogo del poeta con el mar, la mar, una mar germinadora de islas, como expresión del enfrentamiento de lava y océano, Prometeo frente a Neptuno. Representa un recorrido que va de la promesa renovada, que afirma la conciencia de hombre a orillas de la inmensidad del mar, al litoral en donde el mar se acaba, consume así su ciclo diverso y único.
Playas es, por un lado, el apóstrofe de una vida que palpita, la del hombre que frente al mar lo saluda desde la playa, un mar tuteado como trasunto del propio yo del poeta; por otro, representa el entronque con una tradición literaria española e insular sobre la que quisiera decir algunas palabras.
Los poetas canarios, más de lo que se piensa fuera de las Islas, se expresan de forma poética a través de lo que significa el mar como libertad, locus en ocasiones todavía incontaminado por el hombre, apóstrofe con el que dialoga el poeta o bien éste lo convierte en trasunto de sus preocupaciones y también de sus afanes.
Como he dicho en otras ocasiones, tanto referido al autor de Piel de gato como de otros poetas insulares, Antonio Abdo es un autor que encierra en sí la semilla de quien germina y se hace flor, (aroma y color, también) en el rastrear de los caminos. Su mirada no es sólo una mirada poética, forjada por la palabra que se adensa y dice metafórica y metafísicamente; no, lo suyo, como mandan los cánones literarios, es una mirada que rastrea todos los caminos; que se sumerge entre nubes de alisios, y desde esa atalaya observa el mar, nuestro océano, como un territorio que aparece salvado en el ocaso insular. y ahí más que una mirada lo que propone Antonio Abdo es una auténtica visión de la isla, atrapada por su pupila en un solo un instante, a la manera del fotógrafo que sabe su arte o del pintor que atrapa con pasión y habilidad rarísima el momento preciso en que la luz dice lo que debe contemplar el espectador. Utiliza Abdo una manera objetiva de mostrar el paisaje, sin que su ánimo interfiera lo que pinta la retina del lector a través de la palabra desnuda del poeta. Estoy hablando de la técnica que emplea en muchos de sus poemas.
En el primero de todos ellos, con el que comienza el libro que hoy presentamos, el poeta nos sitúa en el paisaje marino de la isla, en donde renueva su promesa bautismal del agua del mar, alimento nutricio del alma del poeta, lecho en donde las olas y el azul rubendariano acunan la contemplación del Atlántico.
Playas está plagado de referencias al mundo de los sentidos. La objetivación poética va acompañada de una adjetivación que se pasea por todos los dominios de los sentidos.
Playas resume en sí dos alineamientos de Antonio Abdo con la tradición insular. Uno tiene que ver con el estilo y se alimenta de la realidad escrituraria actual. El otro, en cuanto al tema literario del mar, se encardina en una tradición de más largo aliento. Permítanme amigos referirme brevemente a esos espigamientos en la obra de Antonio Abdo:


Las Direcciones de la escritura en las Islas
Si observamos las nuevas escrituras insulares, podemos concluir que se dan tres grandes direcciones: Una primera línea, representada por aquellas escritoras y escritores que se sienten en una tradición mestiza, cruce de culturas; por esa misma razón buscan un lenguaje narrativo y poético que exprese un universo específico y diferenciado dentro de las literaturas hispanas. Aquí se dejan ver distintas ramificaciones, según sea la actitud ideológica y estética de cada autor: tendencia hacia el indigenismo, o hacia el hispanoamericanismo, o hacia el europeísmo de distinto signo (anglosajón o galicista). Los mundos que se representan suelen ser de dos tipos: uno, encarnado por la mirada al exterior, en la que los personajes otean el "horizonte" (es decir, la otredad) como una dialéctica entre las fuerzas de la tradición y las que pugnan por representar un universo distinto, moderno, impregnado bien sea de sofisticación o de arcaísmo (ejemplos de este tipo sería lo que representó en su momento la narrativa de Isaac de Vega o de Rafael Arozarena, y que algunos autores jóvenes, sobre todo cuentistas, siguen con ciertas diferencias). Otro, auspiciado por una noción implícita de que en el "terruño" insular se encuentra la Arcadia de los clásicos; por lo tanto, la dialéctica entre las fuerzas centrífugas y centrípetas de carácter social, cultural y sociopolítico concluye siempre del lado de las segundas. Un ejemplo de esta concepción sería toda la narrativa popular (tradición oral, expresiones tradicionales en poesía, prosa y teatro que se mantiene viva en las publicaciones institucionales) y neopopular que busca su razón de ser en las peculiaridades de lo insular en toda su extensión frente a lo que podemos denominar la "mirada universalista" y cosmopolita.
Una segunda dirección, la más interesante, en la que los autores siguen algunas de las signaciones de la poesía y de la narrativa contemporáneas. Como muestras extremas podemos hablar de una literatura basada en el "realismo sucio" con frecuentes caídas en una escritura tensa, llena de neologismos y articulación caótica de los registros orales y literarios, a través de la cual se nos muestra el desgarramiento -desde un prisma muchas veces irónico y deformante- de la sociedad actual, sobre todo el descreimiento de estos jóvenes escritores de los valores que le ofrece un mundo egoísta e insolidario. También podemos referirnos a otra literatura, en cierto descenso en la actualidad pero que no ha desaparecido entre los escritores canarios, que se adentra bien sea en los límites del "realismo mágico" o ya en la "mitificación del pasado". Esta segunda variante extrema está fuertemente impregnada de un "imaginerismo poético" muy próximo a la huella que dejaron las vanguardias históricas en Canarias: Agustín Espinosa en prosa y Pedro García Cabrera en poesía. Precisamente, Playas de Antonio Abdo se alimenta de estas últimas tendencias. Si Líquenes (1928) representó en su momento una poesía de vanguardia de carácter cubista, a la vez que una visión del mar desde el mismo vaivén oceánico, Playas representa una escritura en que los silencios y la palabra se adensan desde una mirada marina anclada en la orilla, en y desde la playa. Como hemos dicho, el porta dialoga con el mar como trasunto de su propio yo a través de una amplia modulación de inquietudes, esperanzas y ensoñaciones que esa mirada marina conlleva.
y también podríamos citar una tercera dirección, poco fructífera en sus resultados literarios, pero muy esforzada a juzgar por la cantidad de seguidores que la representan: la tipificada por quienes cultivan una narrativa (asimismo se ve mucho en la poesía) tradicional carente de "verdad", de riesgo en el lenguaje y de nervio en las historias que se cuentan. Por desgracia, esta línea de creación es la predominante.


El mar, un tópico de la literatura insular
Desde hace años, conjuntamente con Pilar Rey y Antonio Abdo, hemos venido hablando del mar en la poesía de las Islas desde las Endechas hasta la actualidad. Diversos escritores se han acercado con distinta fortuna a cantar un asunto literario tan presente en la vidas de los insulares, de los canarios. Después de varios siglos de elaboración del topos, en el siglo XX, con las voces de Tomas Morales (G. Canaria, 1884-1921), Alonso Quesada (G. Canaria, 1886-1925) y Saulo Torón (G. Canaria, 1885-1974), y más tarde, de Pedro García Cabrera (La Gomera, 1905 - Tenerife, 1981), ese mar aparece en la obra de otros autores de la época del poeta gomero: Agustín Espinosa (Tenerife, 1897-1939) o Domingo López Torres (Tenerife, 1910­1937); también el último Emeterio Gutiérrez Albelo (Tenerife, 1905-1969). Con esas aportaciones esenciales no sólo a la poesía insular del siglo XX, sino al desarrollo del tema marino, más allá de lo que ya había planteado el profesor Valbuena Prat en su conferencia de inauguración del curso 1926­1927 de la Universidad de La Laguna, se buscan nuevas aportaciones que las llevarán a cabo poetas posteriores.
Esa herencia se presenta hoy incursa en distintas variantes. quizá la de más larga duración sea la que representa Manuel Padorno (Gran Canaria, 1933 - ) durante más de treinta años, es decir, desde el premio Adonais A la sombra del mar (1960) hasta Desnudo en punta brava (1990) nos presenta una isla de litorales luminosos. Desde la isla y el océano la mirada poética indaga un metauniverso en el que los objetos se organizan en una suerte de "otra arquitectura virginal". Padorno es el primer poeta canario que nos presenta el atlántico inmerso en una visión de luz, como una estancia en que la mirada vive y se solaza, como podemos ver en su poema "Mi casa el mar". En mi opinión, Playas se acerca a esta línea contemporánea de Padorno que también ensayan otros poetas coetáneos.
Tengo que decir, que en Playas hay sedimentada toda una ideología que sustenta el edificio de la concepción insular del canario. Me explico. Encontramos en Playas distintos tipos de miradas del mar: Una primera, objetiva, pretende la descripción del mar como una realidad independiente de la voz creadora. La segunda es la reelaboración entrañada de la voz lírica. Puede aflorar en el discurso de variada forma, desde la constatación del hombre histórico como un elemento modificador del paisaje, o como la conciencia histórica derivada del aislamiento respecto de los centros de emisión cultural. Ese último rasgo no se halla lejos de la reinterpretación del mar entre lo mitológico y lo mítico. Representa en el arte el acto de elucidar lo isleño como conciencia atrapada en un doble cerco, histórico y geográfico. También tiene su contrapunto en la búsqueda anhelante de universalidad.
Si volvemos al comienzo de estas palabras, habría que resumir lo dicho diciendo que estamos ante un libro que reúne en sí modernidad y tradición, verdad vital y sinceridad literaria. La soledad que siente el poeta en las orillas de estos 24 poemas-Playas alienta el diálogo del poeta con el mar, va unida a la percepción del mar como un todo hermoso, plural y único. Un mar, que como todo paisaje y como siempre sucede con los sentimientos emanados de lo que queremos, es tiempo y distancia -espacio­s vencidos por la voluntad de la mirada, pues el mar, el océano que baña las islas, permite engrandecer lo que besa sus orillas: la tierra y la ilusión de los cielos. A este propósito habría que concluir que el mar de Playas conlleva ineludiblemente la presencia de una orilla, de una tierra, de la isla. Por lo tanto, Antonio Abdo, en Playas sigue con la isla a cuestas, hincado en sus orillas, de tal suerte que podemos hacer nuestras las palabras introductorias de Pedro García Cabrera a su libro La rodilla en el agua:
La isla es lo arquitectónico en medio de lo musical (...) Pero este ínsula no tiene historia. Es, esencialmente, geografía. A esta concepción geométrica habría de corresponder un alma elemental, despojada de lo pintoresco, del color, del hombre mismo, en fusionada unidad con la masa rocosa. Pero solamente con su porción emergida, pues la isla no tiene sino la rodilla en el agua.
Para finalizar, digamos que debemos felicitarnos por la publicación de Playas, un nuevo eslabón poético en la obra, destilada lenta pero firmemente continua, de Antonio Abdo, quien, siempre fiel a su compromiso entre literatura y plástica, nos ofrece unas magníficas ilustraciones de Günter Fischer Piscat embellecedoras de esta magnífica edición que inaugura la colección "Pilar Rey" de la lagunera Editorial Globo, que dirige Manuel Mora. Muchas felicidades por este poemario."

En este punto tomó la palabra el autor de los poemas. Leyó varios poemas que pudimos disfrutar los allí presentes, porque pocas veces se aúna la voz de un poeta con la de un consumado actor de teatro. Después nos habló sobre su proceso creativo. Por desgracia no cuento con su texto, pero en su charla se refirió a verios aspectos de la obra. En lo referente a los dibujos de Günter, dijo que el libro fue inspirado por varios cuadros del pintor austriaco que estuvo contemplando durante una exposición. En cuantio a su relación con el mar, expresó que siempre lo tomó como un todo que abarca tanto la vida como la muerte, excepto en un poema que quiso dedicar al amor de su vida, su esposa Pilar Rey.





A continuación, me tocó el turno y hablé un poco sobre la génesis y el desarrollo del cortometraje Playas, que realicé, como homenaje a Antonio Abdo.

"Este cortometraje fue filmado el día después de que el libro Playas fuera presentado en Santa Cruz de la Palma. El día de la presentación se me ocurrió que Antonio Abdo podría leer los poemas y, en su día, sacar un Cd de audio con ellos.
Por la mañana, los dos nos fuimos a una biblioteca y empezamos a grabar, usando una cámara de vídeo, porque son aparatos que graban el sonido de manera muy depurada. Lo que ocurrió fue que cuando estábamos por el quinto o sexto poema, me di cuenta de que la imagen de Antonio se veía muy bien en el monitor. Mientras lo veía, como me pasa tantas veces cuando oigo una música, una voz o, incluso, un ruido, empezaron a desfilar imágenes por mi cabeza.
La voz de Abdo flotaba en mi cabeza como telón de fondo de una danza que tenía el mar como escenario. Cuando ya no pude aguantar más, le propuse empezar otra vez, poniendo más atención a la imagen. Repetimos. Después le dije que había una bailarina, casualmente llamada Mar, que podría bailar sus versos. Y que también podríamos filmar algo más con el poeta en las playas de La Palma. Estuvo de acuerdo conmigo y nos fuimos a comer con Pilar, su esposa, y a informarla de nuestros planes. Inmediatamente, se apuntó y, al día siguiente, nos fuimos los tres a una des las playas más hermosas que he vito en mi vida. La playa de Nogales, en Puntallana.
Como les digo, yo llevaba casi 24 horas junto a Antonio Abdo y a Pilar Rey hablando mucho sobre el libro, aunque no lo nombrásemos explícitamente. Así que cuando cogí la cámara para filmarlo fue una continuación de lo que llevaba haciendo desde el día anterior.
La filmación transcurrió de manera fluida. Antonio parece adivinar el pensamiento de quien lo dirige y, como sólo saben hacer los grandes actores, da un paso más allá de lo que el realizador le sugiere. Terminamos en el pueblito de San Andrés con el mismo contento que teníamos por la mañana. Si no más, porque en Puerto Espíndola probamos, al menos, una botella de níspero.
A estas imágenes y a otras que grabé con posterioridad, les fueron añadida la danza. Quienes siguen la danza clásica o la contemporánea en esta isla saben de sobra quien es Mar Gove, es decir, María del Mar González. No es éste el primer trabajo que hacemos –juntos, sino que venimos colaborando desde hace muchos años, incluso en la serie documental la Ruta del Gofio, donde actuó en el papel de Manuela Falcón, en el capítulo dedicado a Uruguay.
Su exquisita manera de bailar, avalada por su formación como bailarina clásica, creo que se refleja de manera suficiente en este cortometraje y que cumple sobradamente con las imágenes que desfilaron por mi cabeza aquella mañana en la biblioteca.
La música es de la Banda sinfónica de Santa Cruz de Tenerife y es la primera vez que se utiliza en un audiovisual. Su director, Felipe Neri y el Ayuntamiento de esta capital la cedieron gentilmente y no creo que yo hubiera encontrado algo mejor para acompañar estos poemas.
Nada más. Sólo decirles que estos diez minutos coinciden con mi visión de la poesía de Antonio Abdo y que si logran despertar en alguien un punto de vista nuevo en su mirada sobre estos versos, me daré por satisfecho. Gracias."

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